lunes, 22 de febrero de 2016

EL COMBATE DEL ESPINILLO, LAS LUCHAS POR LA SOBERANÍA Y LA TRAICIÓN DEL CONGRESO DE TUCUMÁN

-Apuntes para la Historia del Mundo Entrerriano y para Otra Historia de la Historia-

El 22 de Febrero de 1814 se produce el gran triunfo federal en el Combate del Espinillo, a pocos kilómetros de la Bajada del Paraná, hoy capital de Entre Ríos. Entrerrianos y orientales juntos, al mando de Eusebio Hereñú y Fernando Otorgués derrotan a las fuerzas directoriales enviadas desde BsAs y comandadas por el Barón de Holmberg,  militar alemán que un par de años atrás había llegado a la capital-puerto de las Provincias Unidas junto a José de San Martín y otros hombres de guerra. Entre los derrotados, dicen las crónicas históricas, estuvo el santafesino Estanislao López (1) quién, parece, aprendió la lección pero muy a su manera, como otros después, también muy a su manera.

EL ÉXODO ORIENTAL, LA SOLIDARIDAD ENTRERRIANA Y LA LUCHA POR LAS INSTRUCCIONES DEL XIII. 6.000 PESOS POR ARTIGAS:

El gobierno de BsAs había iniciado una guerra frontal a las Instrucciones del XIII, a la posición política y al proyecto que el artiguismo había formalizado de cara a los debates en la nunca bien analizada y siempre sobrevalorada contradictoria Asamblea de las provincias del mismo año, reunida y dirigida por los logistas monárquicos de la capital portuaria. Esas Instrucciones definían y proponían independencia sin especulaciones, república, división de poderes, confederación de los pueblos y capital fuera de BsAs. Era mucho para la burguesía porteña, que rechazó a los diputados orientales, y que ya venía hostigando a Artigas y a su movimiento desde antes, intentando contenerlo conservadoramente sin lograrlo. Ya Sarratea, intrigante jefe burgués porteño y monárquico, había venido a “comandar” en 1812 -y sin suerte, aunque no dejó de ser dañino- el extraordinario movimiento rebelde, revolucionario y solidario que se había generado entre los pueblos orientales y occidentales del Uruguay, rebeldes a la entrega de la Banda Oriental y de Entre Ríos que el gobierno de BsAs había hecho en “Armisticio” al gobierno español atrincherado en Montevideo y apoyado por los portugueses dueños todavía por ese tiempo del Brasil.

El histórico éxodo oriental al Ayuí –la Redota-, en la zona de Concordia, la solidaridad y la lucha conjunta y coordinada de los pueblos rebeldes había sido la respuesta a la transa infame del Triunvirato porteño. El prestigio político y social de Artigas y su proyecto, y el desprestigio de los gobiernos de BsAs fueron permanentes y a la par después de esos enormes hechos históricos generados entre 1811 y 1812. Ese prestigio hizo que los propios jefes militares directoriales como Rondeau, demoraran en publicar –a principios de 1814 y por considerarlo política y posiblemente contraproducente- el decreto del Director Supremo Posadas declarando a Artigas “infame y traidor”, ofreciendo la fortuna de 6.000 pesos de esa época al que lo entregara vivo o muerto y ordenando fusilar inmediatamente a Artigas y a sus seguidores donde se los encontrara.  La intuición política no le falló esa vez a Rondeau. Posadas acusaba de “traidor” a Artigas por abandonar el segundo sitio a la ciudad de Montevideo, que –insistimos- estaba tomada por las fuerzas coloniales españolas. El gobierno centralista que negociaba cobarde y vilmente con españoles, portugueses e ingleses y que había entregado a las provincias y sólo quería someterlas a su política y a sus intereses –que son lo mismo- acusaba impunemente de traición al que se la jugaba en la lucha junto a los pueblos. No era muy creíble.


LAS TRINCHERAS DEL LITORAL Y EL CIVISMO CHARRÚA ENTRERRIANO, MÁS ALLÁ DE LAS TERTULIAS DEL PODER:



Artigas se había retirado, provocadora, indignada y estratégicamente a fines de 1813 ante los atropellos de Rondeau, del gobierno de BsAs y de la Asamblea reunida en la ciudad-puerto. Después de rechazar a los diputados orientales y sus Instrucciones, el gobierno central había convocado otro Congreso y otra elección en la Banda Oriental –el Congreso de la Capilla de Maciel- y Artigas, por supuesto, desconoció esa “segunda” elección. El jefe de los orientales, y ya máximo referente federal, deja algunos lugartenientes en el sitio y se retira a la campaña oriental y a organizar la lucha estratégica en Entre Ríos y en todo el Litoral. Montevideo está al caer –Brown derrotará a la flotilla española pocos meses después- y hay que estar atentos, como se dice hoy futboleramente, a la “segunda jugada” que se venga contra las pretensiones porteñas.

A principios de ese año de 1814, las fuerzas despliegan sus estrategias y sus movimientos. El gobierno de BsAs envía a Holmberg y a sus hombres a La Bajada (Paraná) con el objetivo después de marchar hasta el punto clave del Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) a reunirse con las fuerzas del comandante directorial de esa zona, Hilarión de la Quintana –que ha relevado al Coronel Galván allí después del fracaso conciliatorio de éste y de una sublevación de milicianos correntinos-, y con las fuerzas oficialistas de Perez Planes, que debían venir desde Corrientes. Artigas mantiene comunicación y envía armas e instrucciones a los jefes entrerrianos como Hereñú, y sabe que cuenta con mucha fuerza y adhesión popular en Entre Ríos y en todo el Litoral. Tiene contactos y hombres dispuestos en Corrientes. Igualmente dispone que Otorgués con una división importante de hombres cruce el Uruguay y venga a reforzar la lucha en esta Banda Occidental Entrerriana.

De la Quintana también se percata de que ese fantasma político que es Artigas –que nadie del poder central sabe donde está- y que lo vuelve loco, cuenta sin dudas con el apoyo de la población entrerriana. De la Quintana, sólo con sus soldados y su política vertical, escribe desesperado al Director Supremo:

“El edificio está por desplomarse; los habitantes y las milicias de Entre Ríos están decididos a recibir con agrado a los anarquistas. Mi situación es poco menos que insostenible” (2)

Es extraordinaria esta decisión política del pueblo entrerriano en ese contexto apremiante. Y es una continuidad del histórico espíritu de lucha que nuestro pueblo, que después de Mayo de 1810 se había jugado a favor de una revolución en serio sin especulaciones, a favor de la soberanía particular, de la defensa de la tierra y la seguridad laboral y vital, en medio de una fuerte solidaridad entre los que luchaban. Haciendo gala de esa virtud cívica charrúa –como diría el gran Cesar Blas Perez Colman- el pueblo entrerriano en armas, comandado por líderes como Bartolomé Zapata y otros había derrotado a los españoles aquí en 1811, y los seguía enfrentando sin treguas –especialmente las incursiones de la flotilla española fuerte en nuestros ríos-, al igual que a los portugueses. El propio Artigas había venido como jefe de blandengues, del ejército colonial de frontera, y se había vuelto revolucionario a la Banda Oriental.

Es la movilización horizontal y revolucionaria del pueblo entrerriano, junto a los demás pueblos de la región y el continente, la que hay que valorar y revalorar en los análisis históricos –y enseñarla, porque la buena memoria histórica es la que generará otra conciencia y otro futuro-, y no las tertulias de Belgrano con los capataces de Candioti y de Gregoria Pérez de Denis en Paraná. Zapata, sus gauchos y el pueblo en armas –como la División de Pardos y Morenos que envió BsAs, como la joven adolescente María Boché (3)- fueron los que defendieron a Entre Ríos de la invasión española comandada por Michelena en 1811, no Belgrano –toda la vida contradictorio, monárquico y unitario- que en su marcha a Paraguay, no dio importancia a esa invasión. Algunos dirigentes culturales hoy, siempre tocando historiográficamente de oído, y a veces, ni eso, podrían dejar alguna vez los versos históricos eternamente cómplices –su negocio de baratijas históricas y culturales- a la continuidad del saqueo y la entrega.

DIRECTORIALES EN RETIRADA Y LAS GUERRILLAS EN EL ESPINILLO, DESDE EL AMANECER:

De la Quintana es derrotado por las fuerzas orientales y entrerrianas al mando de Otorgués en el Arroyo de la China. Perez Planes es derrotado paso a paso por los artiguistas en Corrientes   –Curuzú Cuatiá, Concepción, La Cruz-. De la Quintana retrocede con las fuerzas que le van quedando, después de la derrota, el desbande y las deserciones, y vuelve a ser derrotado en el Paso de Gualeguaychú y se retira a BsAs. Holmberg avanza desde Paraná hasta Nogoyá sin mucha suerte: no consigue hombres, no consigue caballos, nada, y lo hace constar. Un remanente de fuerzas directoriales derrotadas en Concepción del Uruguay quiere imponer autoridad y reprime en Gualeguay. Pinto Carneiro –oficial del ejército directorial- fusila al patriota Juan Castares –artiguista, ex alcalde local- en Gualeguay y esto enardece los ánimos populares que ya estaban caldeados (4). Samaniego y sus hombres expulsan a Pinto Carneiro y sus secuaces, y éstos marchan hacia la zona de Nogoyá.

Retroceden desde allí los directoriales reunidos hasta la Bajada del Paraná, que ha sido tomada por Hereñú y sus milicianos, y se produce el Combate del Espinillo, donde las fuerzas centralistas son completamente derrotadas por los entrerrianos que han recibido el refuerzo oriental y federal al mando de Otorgués.

En el parte de Holmberg –que consta en el Archivo Artigas-, comunicando la derrota y la capitulación al gobierno de BsAs, puede leerse:

“…fueron todos de acuerdo ser imposible resistir por más tiempo, a causa de la mucha pérdida que se había sufrido en la acción que al amanecer de éste día habían sostenido y en las guerrillas que en lo más del día no habían cesado, y ser mucho más imposible la retirada, por no haber por donde salir…” (5)

Después del triunfo artiguista, y después de las discusiones sobre las condiciones de la rendición de los directoriales, los prisioneros son enviados al Campamento de Artigas en Purificación (en la región de Paysandú) y son bien tratados por el jefe federal, quién además explica el sentido de la lucha y del proyecto político, buscando convencer a los vencidos, a quienes después libera, para que marchen a BsAs. Sólo son fusilados los criminales como Pinto Carneiro, Ribeiro y Suarez (6), que habían cometidos los atropellos infames en Gualeguay.

El Espinillo significó para Entre Ríos la afirmación histórica del ideal de independencia política y social de BsAs y de toda dominación extranjera, de soberanía particular y la consolidación de la solidaridad federal revolucionaria gestada dos años atrás en el éxodo oriental al Ayuí –“momento constitutivo”, para decirlo como René Zavaleta- y formalizada políticamente en las Instrucciones del XIII, que se defendieron a muerte en los campos de batalla de nuestra tierra y de todo el Litoral.

Artigas vió una reforma política sistémica en marcha con estas movilizaciones revolucionarias. Escribe el 29 de Marzo de ese 1814 al Cabildo de Corrientes, diciéndole:

“…Todos los pueblos situados a lo largo del Uruguay y del Paraná están bajo su mismo pié de reforma y han saludado el restablecimiento de la armonía general, de la prosperidad, la vida y la paz con los sucesos de Gualeguaychú, Espinillo, Bajada, Concepción y La Cruz, y luego que se fije en todo el territorio el plan de su seguridad, se verificará la organización, consultando cada una de las provincias sus ventajas peculiares y respectivas y quedarán todas en una perfecta unión entre sí mismas…” (7)

LA SEGUNDA VUELTA DE LA RESISTENCIA POPULAR ENTRERRIANA:

Pero el poder central no iba a dejar la cosa allí. Después de firmar un Acuerdo con Artigas por intermedio de Alvear –otro infame- que no cumplieron, el Directorio vuelve a invadir, atacar e intentar controlar Entre Ríos y el Litoral –incluyendo la Banda Oriental por supuesto-, en lo que resta de ese 1814. Antes, el gobierno de BsAs había enviado a Amaro y Candioti a negociar con Artigas, pero éstos estaban más a favor del federalismo que otra cosa y el acuerdo no fue aprobado en la capital-puerto. Artigas, por su parte había designado como representante en Entre Ríos a su hermano Manuel, a quién presentó el 3 de Junio de ese año, dirigiéndose “a los Occidentales del Uruguay y Orientales del Paraná”, como “Jefe de los Orientales y Protector de Entre Ríos”, y haciendo votos por “la libertad, la prosperidad y el reposo” (8).

Manuel Artigas será parte fundamental de un nuevo movimiento de extraordinaria resistencia popular entrerriana y federal. El Directorio crea arbitraria y administrativamente las provincias –departamentos diríamos, para el poder- de Entre Ríos y Corrientes -el decreto dice el 10 de Setiembre que “ambos países –hablando de Entre Ríos y Corrientes; subrayamos: países- exigen una autoridad inmediata… bajo la debida dependencia de la suprema del Estado” (9) y designa por las suyas a Blas Pico como gobernador-interventor de Entre Ríos, y éste desembarca en Gualeguaychú con 600 hombres, dirigiéndose a la capital de esa época que era el Arroyo de la China uruguayense.. Además, el gobierno central aprovecha las ambiciones y resentimientos de caudillos y jefes como Hereñú en Entre Ríos y Perugorría en Corrientes para sumarlos a su política y a su reparto de migajas de poder. Dorrego –el Dorrego instituído a posteriori como federal- conduce los ataques directoriales en la Banda Oriental. La situación se complica para los artiguistas.

La continuidad de la resistencia popular entrerriana y litoraleña aquí es más potente que nunca. Ni Pico ni ningún otro interventor, antes y después pudieron conseguir nada del pueblo entrerriano, que ya tenía una definición política. Como explica Filiberto Reula, “Díaz Vélez, gobernador –directorial- de Santa Fe, el 14/10/1814 informa a Posadas que, en el interior de Entre Ríos, se forman grupos armados de opositores que interceptan las comunicaciones de Hereñú con Pico”, y que éste, el 18 de Noviembre, también expone a Posadas la situación adversa, opinando que, para reducir a los entrerrianos y extirpar todo intento de resistencia era necesario fusilar a los rebeldes y sacar de la provincia quinientas familias” (10). Si hoy sigue siendo una idea tremenda, más sería en aquella Entre Ríos de poco más de 15.000 habitantes.

LA NECESIDAD DE UNA HISTORIA MÁS SOCIOLÓGICA Y DE UN REENCUENTRO CON NUESTRA TIERRA:

Una lectura a contrapelo y sintomática de esa declaración nos muestra la extraordinaria decisión y acción de lucha del pueblo entrerriano con el proyecto de Artigas. Una historia “sociológica” a fondo, como la que propuso a su manera Fermín Chávez pero que nosotros debemos actualizar y profundizar hoy, nos muestra que desde los primeros movimientos de Artigas con la lucha criolla en 1811 –y hemos visto que antes también-, ya la movilización democrática y popular fue notable y ejemplar en Entre Ríos. “En nuestra provincia, dice Beatriz Bosch cuando habla de la Entre Ríos bajo la influencia política de Artigas, se tiene noticias de elección de autoridades en reuniones populares verificadas en Nogoyá, Gualeguaychú, Paraná, Tala y Gualeguay” (11). Pinto Carneiro por su parte supo informar a sus superiores del peligro de “las reuniones en el Montiel a favor de Artigas”. Un extraordinario movimiento popular democrático y contrainstitucional, pero que por distintas causas y apremios no llegó a consolidar un poder constituyente confederal, una confederación de derecho, y eso sumaría complicaciones a la larga también.

Blas Pico no pudo concretar por suerte su plan represivo. La resistencia popular entrerriana, litoraleña y sudamericana se lo impidió. El pueblo forzó a Hereñú a volver sobre sus pasos y reacomodarse en el movimiento federal. Blas Basualdo se vino con sus paisanos de Corrientes a la Costa entrerriana del Uruguay y ayudó a resistir heroicamente a los directoriales –tanto sintió después Artigas la pérdida de Basualdo-, Rivera –todavía artiguista- derrotó a Dorrego en el Guayabo y los porteños se retiraron a BsAs. La Liga de los Pueblos Libres pudo afirmarse y Hereñú izó la Bandera Federal en Paraná el 1ro. De Marzo de 1815. Lo que no pudo concretar Blas Pico en 1814, lamentablemente lo concretaría el Presidente Sarmiento en 1870.

Banda roja a dos bandas

La resistencia entrerriana en el Siglo XIX es uno de los procesos políticos y sociales más extraordinarios de la Historia de Nuestra América-Abya Yala, y probablemente del mundo. A su manera notable, Entre Ríos fue el “Vietnam del Siglo XIX”. Hoy, y después de tantos golpes, ese espíritu está disperso en las luchas del pueblo trabajador, especialmente en la lucha ambiental, que seguramente deberá ser profundizada antes de que la Madre Naturaleza se enoje aún más con nosotros. Recordar el Combate del Espinillo y todas las luchas por la soberanía particular y la política confederal debe ser, más que nunca, reafirmar nuestro compromiso en la defensa soberana y el cuidado de nuestra tierra y nuestro mundo de la vida. Recordar las luchas por la soberanía y el federalismo no significa arrancar palmeras y no puede ser hoy mendigar un 15% de “coparticipación” federal al poder central. La memoria histórica profunda del pueblo entrerriano no es una memoria de pedido de limosnas.

LA PRESIÓN FEDERAL, LA DECLARACIÓN Y LA TRAICIÓN DEL CONGRESO DE TUCUMÁN:

La lucha federal continuó y Artigas avanzó con la Liga política hacia Santa Fe en 1815, sumándose después Córdoba. Entrerrianos y orientales, gauchos, nativos, milicianos de todos los colores combatieron solidariamente con los santafesinos, liberándolos, paso a paso, del dominio porteño. Ante el temor del avance artiguista hacia BsAs, donde ya contaba con buena cantidad de adhesiones, el poder central cambia momentáneamente de política. Desobedeciendo la orden directorial de reprimir a los federales en Santa Fe, el ejército se subleva en Fontezuelas, cerca de Pergamino, y provoca la renuncia de Posadas. Rondeau, en funciones militares en el Norte es designado Director Supremo, pero deja su lugar interinamente a Alvarez Thomas. El nuevo directorio avanza con dos cuestiones: una, abriendo un diálogo con Artigas –que a mediano plazo se verá que es solo ganar tiempo para seguir con la misma política- y otra, convocando a un Congreso de las provincias en Tucumán. BsAs seguía pensándose, como en Mayo de 1810, como la “hermana mayor” (12).

Algunos historiadores han hablado exageradamente de la “Revolución Federal de Fontezuelas”, pero más allá de las apreciaciones de cada uno, está claro que la presión federal artiguista provocó la nueva política del Directorio, que en el fondo y a la larga no va a ser tan nueva, más allá de la mitología historiográfica y política oficial. En ese 1815 entonces Artigas y su movimiento han logrado un poder contrahegemónico muy fuerte. BsAs envía la Misión Pico y Rivarola a negociar con Artigas en Purificación pero ésta queda en nada porque los porteños como mucho ofrecen la “independencia” de la Banda Oriental. A los pocos días de ésta reunión se desarrolla el Congreso de Oriente en el Arroyo de la China, afirmando las intenciones independentistas y federales –impensables una sin la otra, y defendidas con las armas desde las Instrucciones escritas de 1813- y buscando volver a negociar con BsAs, con la que se necesita contar en una confederación integral y ante la defensa de un posible contraataque imperial español del que se hablaba mucho.

BsAs siguió rechazando las propuestas federalistas y la guerra civil continuó a la par, o siendo parte de la guerra continental americana. Los gobiernos centrales siguieron proyectando monarquías, unitarismo, principado de las Provincias Unidas con príncipe y/o princesa extranjero y reprimiendo a los provincianos que no entendían ni entienden esos extraños conceptos de “patria” y de “independencia”.

LOS DEBATES EN 1816-1820 Y LA MITOLOGÍA MONÁRQUICA NAC Y POP:

El Congreso de Tucumán se dio en éste contexto y también fue parte de esa política hegemónica. Si uno lee detallada y críticamente una obra como la “Historia del Congreso de Tucumán” de Leoncio Gianello puede ver que uno de los pocos diputados que dio debates fuertes –y en minoría- al poder hegemónico en Tucumán fue el cordobés Miguel Del Corro, federalista que había estado antes en el Congreso de Oriente y que había sido parte de la comisión que ese congreso artiguista había enviado a renegociar a BsAs. El federal cordobés del Corro estuvo activo en los dos congresos por la independencia entonces y es una figura política histórica que merece destacarse en un balance luces, sombras y grises, que debe evitar simplismos e infantilismos pedagógicos. El propio Congreso Nacional –que denominamos Congreso de Tucumán” envió a Del Corro como mediador a Santa Fe, donde el poder porteño se había empantanado políticamente ante la lucha confederal artiguista. Santa Fe (en la Liga Federal) tenía designado un diputado, y Gianello dice que Artigas no hubiera tenido problemas en hacer la elección, pero BsAs no envió una misión de negociación exigida a la Banda Oriental que además sospechaba de algunos movimientos de barcos armados de BsAs. ¿Hubiera valido la pena enviar más diputados federales a Tucumán? ¿Se podía en medio de la doble guerra contra portugueses y directoriales? ¿En qué hubiera terminado?.

En la sesión secreta del 6 de Julio de 1816, el Congreso escucha al Belgrano monárquico y directorial, derrotado y desconocido por su tropa sublevada en Santa Fe, sin ninguna legitimidad política en ese contexto, proponer una monarquía designando a un Inca. Mal que les pese a los historiadores románticos, el inca pensado era Dionisio Yupanqui, un nativo políticamente correcto que había actuado militarmente al servicio de la corona española. Era la figura absurdamente pensada por el inoperante Belgrano como figura conciliatoria: monárquico políticamente correcto para el poder, inca para obtener la adhesión de los pueblos nativos que se necesitaban más que nunca como tropa. El propio Belgrano, tiempo después, y como lo comentó Eduardo Azcuy Ameghino, reconoció en una carta el oportunismo desopilante de su propuesta. Artigas antes le había dado instrucciones al Comandante Andresito –guaraní- que dispusiera la elección y envío de diputados indígenas al Congreso de Oriente. Era bastante más coherente y democrático.

En esa misma sesión, cuyo acta está documentado y puede consultarse en internet, Belgrano dijo que con el Rey Juan de Portugal no habría problemas, porque luchaba contra la “infección” del artiguismo. Los portugueses estaban invadiendo nuestra Provincia Oriental desde el Brasil y atacaron después todo el Litoral y Entre Ríos. Completa la intervención de Belgrano ese 6 de Julio debe ser impugnada históricamente por nosotros y declarada críticamente como infame.

CONSTA EN ACTA LA LUCHA CONTRA LA TRANSA Y LA TRAICIÓN:

El 9 de Julio –hoy bicentenario- y en medio de todas esas luchas y debates se declaró formalmente la independencia de España. A los pocos días, la discusión hizo que se agregara “y de toda dominación extranjera”, ante las sospechas de un acuerdo de la política del Directorio y del Congreso con los portugueses (que después encima se dió). Obviamente era el movimiento federal encabezado por Artigas el que expresaba públicamente esas sospechas fundadas. Obviamente que la declaración de Tucumán es una respuesta para contener el debate y la presión federal. Más claro y directo: evidentemente, la presión federal artiguista logró que se declare formalmente en Tucumán la independencia de todo poder extranjero.

El Acta del 9 de Julio de 1816 es producto y parte de un proceso de debates y luchas que venían y siguieron, antes y después –y en contra también- del Congreso. El movimiento federal siguió luchando por sus ideales. Ese Congreso Nacional en Tucumán, y después trasladado a BsAs, proyectó monarquías, intentó acordar con los portugueses invasores, redactó una Constitución unitaria y monárquica en 1819 –el Director Supremo Pueyrredón intentó negociar un principado francés- y al final fue derrotado por los federalistas en Cepeda en 1820.

El movimiento federal artiguista –representado contradictoriamente por Ramírez y López en 1820- puso fin a la traición del Congreso, cumpliendo y superando el propio Acta histórico que el Congreso había redactado y lamentablemente abandonado. Tanto escribe y dice la política oficial y después abandona…

Pero Artigas fue derrotado por los portugueses, y los porteños ganaron a Ramírez para otra política. Los patéticos y sintomáticos proyectos monárquicos fueron derrotados, pero el proyecto confederal revolucionario también. La política sistémica desarrollaría otras versiones, la lucha popular también.


Prof. Mauricio Castaldo – 21/2/2016
Sec.de Formación de Agmer María Grande
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Foro Artiguista Entrerriano


NOTAS:
(1)    Facundo Arce y Manuel Demonte Vitali, “Artigas, Heraldo del Federalismo Rioplatense”, citados por Leoncio Gianello, “Historia de Entre Ríos”, Paraná, 1951, p. 209.-
(2)    Cesar Blas Perez Colman, “Entre Ríos. 1810-1821”, en “Historia de la Nación Argentina” (dirigida por Ricardo Levene), Vol.IX, BsAs, El Ateneo, 1946, p.227.-
(3)    María Boché de Munita, encarcelada a los 16 años de edad por luchar, citada por Beatriz Bosch, “Historia de Entre Ríos”, BsAs, Plus Ultra, 1978, p.35 y 53.-
(4)    Leoncio Gianello, ob.cit, p.209, y C.B.Perez Colman, ob.cit, pp.227-228.-
(5)    F.Arce y D.Vitali, citados en Archivo Artigas, Director Juan Pivel Dovoto, Tomo XIV, pag 92 del tomo (pag 148 del doc en formato pdf), Montevideo, Monteverde y Cía, 1976. El Archivo Artigas puede consultarse casi en su totalidad en internet, hay un enlace directo en la página del Foro Artiguista Entrerriano, actividadentrerios.blogspot.com.ar.-
(6)    Leoncio Gianello, ob.cit, p.209.-
(7)    Filiberto Reula, “Historia de Entre Ríos” (Tomo I), Santa Fe, Castellví, 1971, p.131.-
(8)    Oscar R. Tavani Perez Colman, “Ramírez y Artigas. Una nueva interpretación”, Colón, ER, Birkat Elohym, 2007, p.87.-
(9)    C.B.Perez Colman, ob.cit, p.230.-
(10)Filiberto Reula, ob.cit, p.135.-
(11)B.Bosch, ob.cit, p.44.-
(12)Leoncio Gianello, “Historia del Congreso de Tucumán”, BsAs, Academia nacional de Historia, 1966, p.28.-

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